miércoles, 10 de noviembre de 2010

Periodista por un día



Mi objetivo era cubrir el entrenamiento de Racing pero no sabía con lo que me podía llegar a encontrar allí.

El viaje hacia el estadio de la Academia me llevó alrededor de una hora y media debido a que es bastante larga la distancia entre Liniers (donde yo vivo) y Avellaneda. Los nervios y la incertidumbre se apoderaron de mi cuerpo durante todo el trayecto pero más se asentaron cuando estaba a pocas cuadras de la cancha.

Llegué a la puerta y toqué timbre. Me hicieron pasar y ni bien crucé la entrada me recibió el jefe de prensa del club. Brevemente le conté cuál era el motivo por el cuál estaba allí y junto a él caminé varios metros hacia la cancha en donde estaban entrenando los jugadores.

Al llegar al lugar, me encontré con un gran número de periodistas de los diferentes medios y mi objetivo, el plantel en plena actividad. No podía creer en donde estaba, rodeada de futuros colegas y frente a personas que hasta ese momento había visto sólo por televisión. No tenía reacción pero intenté disimular la alegría que sentía por estar a un paso de conseguir lo que había ido a buscar.

Me situé en un costado, en los asientos destinados a prensa pero alejada del resto y desde allí observaba todo. De a ratos me paraba para sacar alguna foto como complemento de la cobertura.



Mientras tanto, en mi cabeza me cuestionaba cómo sería mi futuro en esta profesión y si esto era lo que quería para mi vida. Y la verdad que sí.

Terminó la práctica y junto a los periodistas fui hacia la sala de prensa. Esperamos a que los jugadores se duchen para poder comenzar con nuestro trabajo. Y ahí llegó la parte más difícil para mí, estar cara a cara con un futbolista por primera vez y con la menor cantidad de nervios posible. Esto último no lo pude evitar pero sí logré controlarlo.

Roberto Ayala fue mi elegido para entablar la conversación. Le realicé un par de preguntas rápidamente y lo dejé ir. Ni bien giró el defensor, mi ritmo cardíaco comenzó a disminuír y a la vez sentía que no había sido tan difícil como creía. Me hubiese gustado que la charla se prolongue unos minutos más pero la adrenalina me impidió continuar.

Dejé el estadio satisfecha porque había conseguido lo que fui a buscar y eso me sirvió para saber que todo lo que me proponga lo voy a lograr. 


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