A las 19.10 horas salí a la calle. Caminé durante treinta minutos por las calles de Villa Crespo (gran parte por Av. Corrientes) en busca de no se qué. Sí, no sabía que buscaba. Pero después de varias cuadras transitadas hubo algo que me llamó la atención, un hombre en plena jornada laboral. En realidad no fue su apariencia ni su físico, sólo su profesión identificada bajo el lema: "Al servicio de la Comunidad". Ese chaleco naranja flúor con las siglas PFA fue el disparador de esta nota.
Continué mi marcha con esa imágen en mi cabeza y empecé a ser más observadora. A medida que avacé mi inquietud aumentó. Todos los policías con los que me crucé eran casualmente hombres. ¿Casualmente?, me pregunté. Para terminar o por lo menos calmar mi sospecha decidí ir a la fuente, la Comisaría 27a que está ubicada en la calle Camargo entre Malabia y Acevedo.
Entré a la comisaría y esperé a ser atendida. Delante mío había una señora que realizó un cambio de domicilio y no sé por qué motivo le entregó al oficial una caja de bombones. Una vez que se fue la mujer comencé con mi cuestionario hacia el policía. Este hombre me contó que de las 220 personas que allí trabajan, sólo cuatro son mujeres. Además, una sola realiza tareas en la calle y el resto en la administración del establecimiento.
Finalmente mi duda sobre la ausencia de personal policial femenino en las calles de Villa Crespo tenía un motivo: sólo una mujer viste el uniforme en esta zona y por la mañana, según me dijo el oficial.
Finalmente mi duda sobre la ausencia de personal policial femenino en las calles de Villa Crespo tenía un motivo: sólo una mujer viste el uniforme en esta zona y por la mañana, según me dijo el oficial.
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